Albóndigas de maíz, un regreso a las fuentes

FOTOTECA

Acudiendo al primitivo alimento americano, las albóndigas de maíz proponen una vuelta a lo clásico. Súmese a este rescate.

Si las clásicas recetas de la abuela a más de uno remiten a su niñez, ¿qué decir de la cocina de nuestros ancestros? De modesta presencia en los recetarios contemporáneos, cierto es que el presente plato no data de los tiempos precolombinos; sino todo lo contrario. De inmejorable adecuación al ascendente vegetarianismo, su carácter ancestral reside, definitivamente, en su ingrediente madre. Recurriendo a un alimento de arraigo y tradición americana, las albóndigas de maíz son un verdadero regreso a las fuentes. ¿Gusta de emprender este sabroso viaje con nosotros?

 

Haciendo la Europa

Largo y tendido le hemos contado sobre las bondades del maíz. Polenta, sopa paraguaya, chicha y la lista sigue, tanto como el caminar de esta especie gramínea oriunda de México. Gracias a su capacidad de adaptación a diferentes suelos y climas, el maíz no tardó en hacerse la Europa, y más, tras la conquista de América. Dúctil como pocos (puede consumirse entero, así como viene, desgranado, molido y hasta exprimido), la versatilidad de sus formas lo ha convertido en un alimento que, además nutrir, cuida los bolsillos. Imagine usted, si, a lo dicho, le sumamos el buen genio culinario… Porque no sólo de carne saben las albóndigas, así como tampoco de polenta el maíz, tome nota de lo que sigue.

Para seis

  • ¾ kg de maíz blanco
  • 3 huevos
  • Harina de trigo en cantidad necesaria
  • Aceite en cantidad necesaria
  • Sal y pimienta a gusto

Porque primero lo primero, antes de comenzar a preparar las albóndigas, no debe olvidar lavar el maíz y dejarlo en reposado remojo durante uno o dos días. Sí, así como lo oye, y sin dejar de cambiar el agua de tanto en tanto. Una vez cumplido el tiempo, llega el turno del mortero. Previo lavado, muela los granos hasta que queden bien rotos. Verá como, poco a poco, tomarán una consistencia cremosa

Acabada la molienda, vierta la “crema” de maíz en una fuente e incorpore los huevos (si su alma carnívora no le permite concebir albóndigas 100% “verdes”, puede moler medio kilo de maíz y reemplazar el cuarto restante por carne picada, la cual debe incorporar en este paso). Salpimiente a gusto y mezcle bien, hasta obtener una preparación blanduzca. Si resulta muy chirle, agregue harina de trigo, cosa de contrarrestar el exceso de agua que pueda contener la masa.

Proceda entonces al “armado” de las albóndigas: forme bolitas con la masa de maíz y colóquelas en una superficie enharinada. Lleve agua al fuego hasta que rompa el hervor. Acto seguido, introduzca las albóndigas y calcule una cocción de 15 minutos. Retire las albóndigas con una espumadera, resérvelas, y recurra a toda su creatividad a la hora de vestirlas. ¿Una salsita de tomate, tal vez?, ¿por qué no de crema?

La decisión es suya. El sabor, de todos quienes se atrevan al genial paladeo que, una vez más, el maíz propone en pleno siglo XXI. Porque viejos son los trapos, e inoxidables los cultivos que, nuestra querida América, sigue proveyendo a troche y moche. ¡Provecho!

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