“No soy de aquí ni soy de allá”, decía Facundo Cabral. Pero para Ysabel Franco la historia es bien distinta. Ella es de aquí y de allá, de la Argentina que habita y su Paraguay natal. Todo por cuanto, a corazón compartido, las delicias caseras que parten desde su cocina en el barrio Mugica son, por sobre simples recetas, “sabor y sentimiento”. Ni más ni menos que el slogan que define a su Paraje Kue, emprendimiento culinario con el que Ysabel forma parte de Recoveco, la tienda online que reúne el secreto mejor guardado del barrio: lo que de manos de su gente va derechito a su casa.
Lo que fue, lo que es
Al hablar de paraje hablamos de un lugar. Pero si decimos “kue”, la lengua guaraní nos invita a nombrar “lo que fue”. Y para Ysabel Franco Paraguay fue su lugar hasta 1999, año en que arribó a Buenos Aires para, poco a poco, ir trayendo consigo a su familia. En inspirada en la música de sus pagos, decidió que Paraje Kue también fuera lo que es: un modo de vida presente, en el que despuntar su gusto y buena mano por la cocina; más también una apuesta a futuro, una luz en el camino del para nada fácil emprendedurismo. Claro que del dicho al hecho, siempre hay un largo trecho. Ese que Ysa recorrió desde ni bien arribada a suelo nacional. “Al principio trabajaba en casas de familia, y gustaba la comida que yo hacía. Inventaba recetas… porque no me dedicaba a la cocina, pero me pedían porque les gustaba” Y a Ysabel también. El meter mano en ollas y sartenes. Pero, por sobre todo, el fusionar sabores de sus dos patrias: cocina argentina y paraguaya. Por lo que “la chipa es infaltable, es el plato que nunca dejo de hacer. También sopa paraguaya, siempre por pedido.” Pero la intención de Paraje Kue es no descuidar la costumbre (cada vez más verde y sana) de los paladares argentinos, de allí que se especialice en tartas y empanadas vegetarianas.
Camino al andar
¿Qué si Ysabel desembarcó sin más en el mundo de la cocina? Ni tanto. Si bien fue haciendo camino al andar, también le puso su dedicación y esfuerzo. “Estudié un año de pastelería, pero me quedé con lo salado. Tenía más variedad para mí, para preparar, y comercialmente también. La pastelería es más rigurosa.” Por lo que por lo salado fue nomás, como quien no quiere la cosa, pero a paso firme. “Mi sobrina, que tenía una panadería en el centro, me decía ¿por qué no te animás a prepararme empanadas para vender en el microcentro? Y así empecé con una docena, después dos docenas, después cuatro… y después agregué más sabores y las tartas. Trabajé en la panadería hasta la pandemia, cuando se cerró. Y ahí empieza la idea de Recoveco. Pero vengo trabajando en esto ya hace más de cinco años. Tengo mis clientes fijos todos los días, y también trabajo con la estación de Retiro, con los chicos que tienen comercios en el andén”. Claro que las bondades del comercio online le permiten ahora llegar a nuevos clientes y procurar entonces nuevas recetas y productos para su Paraje Kue: “ahora también tenemos hamburguesas vegetarianas para cocinar: de lenteja y zanahoria, garbanzo con puerro y quinoa con calabaza”. Concluye Ysa, no sin reconocer nuevas ideas que andan en gateras, que se cocinan lentas; pero seguras.
“Avanzando de a poco”, “rompiendo prejuicios”. Así refiere Ysabel a su andar por Recoveco, a ese proyecto colectivo en el que Paraje Kue crece en comunidad junto con otros emprendimientos. Casi que de la mano, entendiendo que no hay más frontera que traspasar que la ideológica, o que la que simplemente separa un barrio de otro; siendo el Mugica uno más en la ciudad. “La idea es seguir invitando a otros emprendedores del barrio. Seguir trabajando porque hay gente con mucho talento y capacidad de trabajo. Agrandar los productos, ir sumando de a poco”. De a poco, siempre de poco. Esa parece ser la clave. La misma por la que nada resuena a mucho, sino a apenas lo justo ante tan meritorio esfuerzo.