Pan, queso, jamón, queso, pan y… ¿a la sandwichera? ¿Lomitera, tal vez? No señores, ¡A la carlitera! Nacional y popular, tanto como sus sándwiches tostados, esos que le dieron nombre propio y todo.
De paso por la carlitera
Vieja y querida carlitera, aquella que reviste a los siempre oportunos sándwiches de su clásico cuadrillé. Tostaditos pero sin quemar, con el doble queso derretido junto a la miga, cosa de que el sándwich quede compacto, listo para la mordida de ocasión. ¿Qué si hablamos de un simple tostado? ¿Esos que disfrutamos con el café de la mañana, el exprimido de la tarde, y hasta unas buenas papas fritas al mediodía? Pues vea usted que en los santafesinos pagos de Rosario, el asunto no es tan trivial como parece.
Los Carlitos de Rubén
La fórmula de don Rubén Ramírez, allá por los años ’50, fue la siguiente: pan, manteca, jamón cocido, queso y kétchup. Hasta aquí, nada demasiado extraordinario. Si no fuera porque al bueno de Ramírez se le ocurrió mandar el sándwich derechito a la máquina donde se hacían los lomitos. Se trató de un minuto de improvisada inspiración, sucedido en la tradicional chopería “Cachito”, aquella que, heredada de su padre, regenteara hasta 1974. Para entonces, nada de sandwicheras eléctricas. Por lo que los sándwiches de don Rubén, doraditos con tan sólo un minuto de fuego, acabaron por ser mito y furor. ¡Habemus Carlitos! Así bautizados en honor a su hijo. Y, por cierto, habemus calitera.
Carlito para todos
Así la historia, surgía entonces el nacional nombre con que identificar a las venideras y más sofisticadas “lomiteras”. Aquellas que también harían marchar Carlitos y tostados. Pues “Carlito”, así, sin “s”, tal como se lo conoce en su Rosario natal, hay uno sólo: el que sigue la original receta de Rubén Ramírez. Claro que el efecto contagio no tardó en llegar. Y los sándwiches dorados cual Carlitos empezaron a copar las cartas de cafés, confiterías y demás locales rosarinos. Una tendencia que se hizo provincial, y nacional. Aunque con sus propias versiones. Pollo, pavita, champignones, aceitunas, morrones, huevo…Los ingredientes se renuevan a gusto y creatividad de los nuevos creadores.
Claro que, más allá de toda innovación, hay algo inalterable en todos los sándwiches. Si, su paso por la carlitera. Ama y señora en materia de tostados. Porque la que sabe, sabe. Zapatero a sus zapatos, como dicen por ahí. O más bien, carlitera a sus Carlitos.