Chocopastelería, el arte de la dulzura en el barrio Mugica

FOTOTECA

A pura pasión e imaginación, Lourdes Mejía Condoni es el alma Chocopastelería. Un emprendimiento desde el que endulza con lo mejor de sí.

Que si de pasiones argentinas hablamos a la hora de paladear, vaya si tenemos unas cuantas. Sin embargo, cuando el invierno empieza a enfriar narices, el chocolate parece copar la parada. Es que cuando el frío apremia su sabor y dulzura se disfrutan más, pero para las artesanas manos de Lourdes Mejía Condoni, alma fundadora de Chocopastelería, la cuestión no se presenta tan sencilla. “Para hacer las ramas la mesada está muy fría, se endurecen enseguida. Y hasta para hacer los bombones no necesito heladera.” Porque el que sabe, sabe. Y, desde las entrañas del barrio Mugica, Lourdes se las sabe buenas. ¿Gusta de conocer sus secretos? Pase y conozca los saberes de una chocolatera de ley.

A toda pasión

Llegada hace más de 20 años de Bolivia, Lourdes “lanzó” Chocopastelería en suelo argentino allá por febrero del 2020. Así, con marca y redes sociales incluidas. Pero fue aquello el resultado de un largo camino tras bambalinas. “Me capacité en panadería, pastelería… Todo de curiosa, hasta que en la chocolatería encontré mi pasión. Cuando los clientes me preguntan, ¿qué me podés hacer?, yo trato de indagar, oriento. Porque con chocolate se puede hacer de todo. Nunca terminas de comprar los moldes de silicona, pero hay mucho de imaginación para darle vida a esos moldes”. Con decirle que hasta se las ha ingeniado para elaborar un set de herramientas de puro chocolate, entre tantas otras maravillas gestadas de su solo talento y creatividad. Porque no solo de buena pinta van los productos de Chocopastelería, sino que Lourdes pone todo su empeño en que su sabor sea, ni más ni menos, que el del mejor chocolate.

Una cuestión de calidad

Así, la historia, en la cocina de Lourdes todo tiene su justo balance. Pues sus creaciones no escatiman buena presencia a los ojos, más lo hacen hasta donde éstas no comprometen la calidad del producto. “A todo trato de poner lo mejor que me sale. En las tortas, para decorar. A veces no puedo dormir y pienso como me sale esto o aquello. Es estresante, porque no siempre salen como uno quiere. El cliente a veces te manda una foto con filtro y no siempre puede quedar igual, con ese color o brillo. Las tortas, por ejemplo, cambian su sabor, textura…” Por lo que Lourdes reconoce que el privilegiar siempre la torta en sí por sobre su mera apariencia es su modo, ese que defiende orgullosa. Pero no tiene por qué ser el de todos. “Cada uno tiene su manera de hacer. Yo trabajo con productos de buena calidad. Para hacer los brownies, por ejemplo, si no se usa una buena manteca queda algo raro en el paladar. La materia prima es lo principal”.

Si bueno, dos veces rico

Si luce bien, de seguro sabe aún mejor. De ello va la ecuación. Pues allí está el mérito de pregonar una buena torta, unos buenos bombones, un buen chocolate en sí por sobre el diseño. Ese que, a la vista está, vaya si luce incluso. “Yo, por ejemplo, trabajo con cobertura y no con baño. La cobertura sí que es cacao en un 80%. En cambio, el baño es grasa vegetal hidrogenada, con azúcar y leche en polvo. Es engañar. Para pascuas, en el barrio buscaban precio e hice huevos con baño. Yo les aclaré cómo eran, que si con cobertura salen más no es por sacar ventaja, es porque es un mejor producto. Pero si hay quien no puede pagarlo, yo le explico. Si lo aceptan así, entonces lo hago.” Honestidad, sí. Esa que Lourdes da pero también le viene. Incluso, desde mucho antes de Chocopastelería fuese una realidad.

Mano dulce

“Mateo fue quien me lanzó a la aventura, digamos. Mi primer mentor. Él me dijo que tenía potencial”. Lourdes llegó a Mateo a través del CeDEL (Centro de Desarrollo Emprendedor y Laboral), ubicado en el barrio y destinado a potenciar el desarrollo económico de los vecinos. Y aunque Lourdes tenía con qué –solo basta remitirse a las pruebas de sus dulces–, precisaba quien viera ese talento en ella, ese potencial. Precisaba quien le diera ese espaldarazo de confianza y también una mano en asuntos sobre los que ella no estaba tan empapada. “Mateo me ayudó con las redes sociales, confió de lleno. Yo soy mano suelta pero nunca pensé que alguien iba a ser algo así por mí.”

¿Qué cómo marcha Chocopastelería? “Mi hija también me ayuda con las siliconas, a pintar los chocolates, hcaer los stickers… Es un gran apoyo para mí”. Sí las labores crecen y las tareas se comparten. A pesar incluso de los parones y desafíos, como la propia pandemia del 2020 por la que Lourdes y su emprendimiento forman parte, desde entonces, de Recoveco, la tienda online que reúne a emprendedores de todo el barrio. Por lo que el futuro sabe prometedor, lo dulce que el chocolate. Y, cómo no, invita a seguir alzando vuelo: “yo soñaba con vender, pero con conocidos. Era un sueño así, bajito”. Comenta Lourdes, mientras va familiarizándose con la altura. Ni más ni menos que hasta donde ella misma ha llegado.

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