Milanesitas de queso Camembert con chutney de arándanos, alto encuentro

FOTOTECA

¿Quién dijo que al queso no le cabe el papel protagónico? Hoy, una receta unipersonal; y con un acompañante de lujo ¡Que empiece la fusión!

De infaltable presencia en las picadas y generosa participación en más de un estelar plato argento, el queso no es ningún fulano a la hora de sentarnos a la mesa. Cortadito en cubos junto a su ladero salamín, derretido sobre una esponjosa masa de pizza, gratinado sobre unos canelones caseritos, o rallado sobre la pasta de la nona, el queso es, en sus variadas tipologías y presentaciones, un ingrediente capaz de engalanar los más disímiles recetarios. ¿Y si por una vez abandonara su rol de partenaire para calzarse la casaca de protagonista? Indiscutida debilidad de paladares nacionales, este multifacético lácteo no le teme a las primeras planas. Y tampoco se anda con chiquitas. Por eso, hoy rendimos homenaje a este gran señor con una receta a todo trapo. ¡Y con un acompañante de lujo! Vaya tomando nota, parroquiano amigo. En el día de la fecha le presentamos nuestras milanesitas de queso Camembert con chutney de arándanos. ¿Qué tal?

Mucho gusto

En nuestra receta de muffins agridulces ya le hemos comentado a cerca de la inmejorable alianza entre berries y quesos. Sólo que aquí no habremos de fusionarlos en una única preparación; sino que ambos compondrán preparaciones diferentes, aunque gratamente complementarias. Ya lo verá. ¿Qué sabemos de estos buenos mozos? Los arándanos son unos viejos conocidos de la casa, tanto de nuestro almacén como de nuestro menú (¡y también de los más fieles lectores de la pulpería online!). Pero… ¿Qué hay del queso Camembert? Aunque de nombre no del todo familiar por estos pagos; se trata de uno de los quesos más famosos del mundo. Originario de Normandía, en el norte de Francia, allá por 1791 (¿vio que joven resultó el don?), es reconocido por pasta blanda, suave, de color amarillo claro y, por cierto, no cocida. De allí que, si bien se elabora con leche pasteurizada, los entendidos en materia quesera levantan su pulgar a aquellas versiones que aún ofrecen algunas granjas, puesto que emplean leche cruda.
Y atenti, que aquí no termina el asunto: su blanca corteza de moho lo hace dueño de una impronta distintiva. Al tiempo que, si continuamos involucrando nuestros sentidos en su descifrado, nos encontraremos con un sabor suave y ligeramente frutado, en clara sintonía con el dejo a hierbas que regala su aroma.

Alta dupla

Lo cierto es que, aunque sus condiciones lo presten de refinado, el Camembert es casi, casi un todo terreno: dada su textura cremosa se desliza como el mejor sobre tostadas y galletas saladas; aunque también puede integrar carnes y pastas rellenas. ¿Por qué, entonces, no habríamos de empanarlo cual milanesa? Imagínese el quesito humeante, desbordando de su envoltura de pan rallado ante la primera incisión de cubiertos… Ante tal delicia, no caben dudas que el acompañante de turno debe estar a la altura. Y de ello también nos hemos ocupado. Frutas tales como uvas, peras y manzanas calzan como anillo al dedo a este queso con mayúsculas. Aromáticas especies de la talla del jengibre o la canela también hacen lo propio. Por cierto, ¡cómo olvidarnos de los frutos rojos! Siempre dispuestos a regar de acidez al universo quesero… ¿Entonces? Pues nada mejor que un chutney de arándanos. ¿Recuerda de qué iba la preparación? El ABC de esta receta propia de la india consiste en hervir verduras y/o frutas con cebollas y especias, dando origen a una fusión de sabores encontrados. Sin olvidarnos, claro está, de incorporar vinagre y azúcar, ingredientes que no sólo consolidan el sabor agridulce del preparado; sino que posibilitan su conservación.

El original

Así las cosas, ya tenemos todo listo para que el paladar se haga un verdadero festín de sabores: el de la suavidad del camembert derretido, junto al picantón, agridulce y levemente ácido del chutney. De allí que no resulte igual reemplazar a nuestro queso protagonista por la clásica mozzarella o algún que otro queso blando. Siga paso a paso el detalle de nuestro plato, y comprobará que no admite imitaciones.

  • Queso (seis bastoncitos o discos pequeños)
  • Huevo (uno)
  • Harina (cantidad necesaria)
  • Pan rallado (cantidad necesaria)
  • Aceite para freír
  • Chutney de arándanos (cantidad a gusto)

Una vez que tenga los quesitos cortados y fríos, comience a “empanarlos”: baño de harina, huevo batido y pan rallado. Una vez listos, deje reposar en la heladera por media hora, cosa de que se asiente el rebozado. Transcurrido el tiempo, fría la milanesitas -en abundante aceite caliente- hasta que estén doradas. Colóquelas sobre papel absorbente y sírvalas en compañía del chutney. Ahora ya tiene una pista sobre las frutas y especias que, junto a los arándanos, debe incorporar para ofrecerle grata compañía al Camembert. Luego, la imaginación será quien disponga el resto: la cebolla puede ser amarilla, blanca o de verdeo; el azúcar rubia o morena; el vinagre del alcohol o de sidra…Las fronteras están abiertas a su inventiva y paladar. Aunque, desde el almacén de nuestra pulpería, le damos una manito en este asunto. Pruebe nuestro chutney de arándanos y verá que bien sabe su equilibrio entre dulzura y acidez, de la mano de los más variados condimentos. Todo un lujito. ¡Dese el gusto!

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