Decisiones son decisiones, y Rafael Anzola tomó la propia con una valija repleta de expectativas en la mano. Que su situación no era del todo comprometida, pero el contexto no ayudaba a crecer, a despegar. Por lo que Argentina fue el prometedor destino allá por el año 2018, fuera de su Venezuela natal. Y a apenas dos meses de su arribo, la cocina de la pulpería ese lugar en el que logró sentirse como en su casa. Preparaciones mediante, también aquel desde el que ha hecho sentir a los parroquianos sentados a su propia mesa. Porque si la fe mueve montañas, las pasiones achican distancias, miles y miles de kilómetros. Y la pasión de Rafael por la gastronomía lo ha hecho afincarse en los pagos pulperos como gaucho en rancho propio.
Aterrizando
Un currículum enviado, una entrevista con el chef Juan Sagues y un más que bienvenido. Así fue el camino que depositó a Rafael Anzola en la cocina de la pulpería, y en el que haría largo camino al andar. “Legué y me comprometí”, afirma. Con el proyecto, con una gastronomía de esencia nacional que se presentó como un sabroso desafío. Que los cortes de carne no son los mismos aquí y allá; y que las clásicas de las clásicas empanadas fueron para él cosa nueva. De modo que, con la humildad de todo buen aprendiz, Rafael Anzola fue adoptando cada receta, cada secreto, hasta hacerlo propio. ¿Alguna duda de aquello cuando recibe cada plato en su mesa, parroquina@ amig@?
Hay equipo
Sin embargo, todo cuanto aprendizaje lo haya convertido en un valioso integrante de la cocina pulpera no ha venido de libro alguno. “Mis compañeros me brindaron la mejor información”. Y en ese siempre necesario pasaje de la teoría a la práctica, Rafael no solo halló en el equipo pulpero a la más eficaz de las escuelas, sino también su mayor ganancia. Siendo la pulpería su primera experiencia con compañeros mayormente argentinos, su inmersión en la cultura nacional y la incorporación de nuevas recetas a su haber y saber gastronómico parecen cotizar en bolsa para él. “La Pulpería es un restaurante que tiene mucho para dar”. Y en igual sintonía, Rafael va.
Porque si Argentina fue el país que le dio la posibilidad de desempeñarse en lo que más le gusta, la pulpería Quilapán el sitio que, aspira, será capaz de abrirle nuevas puertas en el futuro. Estabilidad que podrá contar, de la que podrá jactarse a todo orgullo. Porque, por sobre todas las cosas, Rafael Anzola ha logrado crecer puertas adentro. “Se están dando las cosas que pensaba”, concluye mientras piensa y amontona ganas de seguir superándose, de brindar cada día un poco más. Pulpero y parroquian@s, así de felices.