Los diez atractivos más insólitos de argentina

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Poco usuales para las retinas y las lentes fotográficas, estos diez atractivos de la geografía nacional prometen sorpresa. Súmese al viaje.

¿Cansad@ de recorrer siempre los mismos lugares? Pues créanos que en este vasto territorio nacional siempre hay espacio para un asombro más. He aquí una selección de diez atractivos que, aunque atípicos o poco frecuentes en los clásicos recorridos turísticos, vaya si tienen con qué encantar…

  1. Cono de Arita (Salta): en medio de la planicie del Salar de Arizaro, el Cono de Arita se levanta con su asombrosa fisonomía de pirámide casi perfecta. De hecho, en lengua aymará, arita quiere decir “filoso o punzante”. Y aunque a comienzos del siglo XX se creía que sólo podría haber sido construido por el hombre, el cono no es más que un pequeño volcán al que le faltó fuerza para estallar. De allí que nunca haya despedido lava, ¡y que ni siquiera tenga cráter! Todo a su alrededor es sal  negra, la cual fue llevada a la superficie por antiguas corrientes subterráneas de magma. De acuerdo a los restos arqueológicos hallados en el cono, el lugar fue un centro ceremonial anterior a la llegada de los incas.
  2. El Shinkal (Catamarca): ¿una suerte de pequeño Machu Pichu en suelo nacional? Y vaya si la comparación no se queda corta… El Shinkal fue la capital más austral del Imperio Incaico. Ubicado en la ciudad de Londres, departamento Belén, y declarado Monumento Histórico Nacional en 1997, este sitio arqueológico es un monumento de piedra que ha custodiado una parte de la historia de nuestros pueblos originarios. Como cada pueblo del imperio, estuvo conectada por caminos empedrados que construyeron los incas (QhapacÑan). Por ellos, se pueden ir a otras ciudades o parajes que conformaban el estado inca.
  3. Castillo de Dionisio (La Rioja): ¿será que el gran Gaudí pasó por la Rioja sin que nos enteráramos? Pues no. Las volutas, curvas y demás exponentes de filosofía cósmica que pregona el castillo son obras de quien le dio bautizo: Dionisio Aiscorbe. Hombre ermitaño que, durante 30 años, puso manos a la concepción de esta maravillosa criatura arquitectónica inmersa en el natural paisaje de la Sierra del Velazco, en la llamada Costa Riojana. Figuras gigantes y ornamentaciones al servicio de la imaginación y el simbolismo invitan a observarla sin descanso.
  4. Hornocal (Jujuy): ¿quién dijo que el Cerro de los Siete Colores tiene la tutela de la policromía norteña? Ubicado a 25Km de Humahuaca, la serranía de Hornocal se despacha con más de una docena de colores. A 4761m.s.n.m, Se trata de una estratificada formación sedimentaria, conformada por la caliza formación Yacoraite (de colores ocre, amarillo, verde y blanquecino; donde el hierro no logró oxidarse), la cual está delimitada por otras formaciones de intenso rojo óxido, lo cual provoca un agradecido contraste a los ojos. Una obra de la naturaleza de fines del tiempo Cretácico, hace 75 millones de años.
  5. Bañado de la Estrella (Formosa): el atractivo de los atractivos en los pagos formoseños. Ubicado a poco más de 300km de la capital provincial, se trata del segundo humedal más grande de Argentina. Cuenta en su haber con planicies inundadas en las que flotan nenúfares, camalotes y algas; mientras que el quebracho, el palo salto y el vinal permanecen sumergidos, componiendo un suerte de siluetas fantasmagóricas en las que anidan musgos y algas, cual enredadera. Un verdadero paraíso oculto.
  6. Bosque Petrificado (Santa Cruz): aunque usted no lo crea, en la estaparia Patagonia atlántica hubo humedad. Fue hace 150 millones años, durante el período Jurásico, cuando densos bosques poblados de árboles brillaban en su verdor. Hasta que, al inicio del período Cretácico, erupciones volcánicas coincidentes con el inicio del levantamiento de la cordillera, cubrieron de ceniza y lava vastas extensiones. Parte de los bosques cubiertos por cenizas fueron sometidos a procesos de petrificación. ¿El resultado? La petrificación natural de un bosque que hoy se perpetúa ante nuestra mirada.
  7. Espinazo del Diablo (Jujuy): Casi, casi cayéndose del mapa; allí donde el vértice de la Querada de Humahuaca se encuentra con el Altiplano, la Serranía de Tres Cruces es también conocida como “el Espinazo del Diablo”: una colorida formación de atractivos plegamientos sedimentarios de entre 65 y 1,8 millones de años. Pavada de tiempo… Y de belleza.
  8. Campo del Cielo (Chaco): ¿sabía usted que en la Argentina existe un campo de meteoritos? Hace unos 4000 años, los tobas fueron testigos de una lluvia de bólidos que significaron como “gotas de sudor del sol”. Rescate científico mediante, el Campo del Cielo alberga hoy piezas que se ubican entre las más grandes que se encontraron en el mundo. Más que un atractivo, una colección de atractivos cósmicos dignos de ser descubierto.
  9. Cráter Corona del Inca (La Rioja): con un diámetro de aproximados 5km y a 5350m.s.n.m, éste cráter se ubica al pie del volcán Pissis, uno de los más altos de Sudamérica. Pero su maravilla consiste en el espectacular lago que contiene en su interior, un espejo de aguas azules de 2km de largo por 1,5km de ancho. ¿Solo para ser observado? Nada de eso, es uno de los pocos de su clase en condiciones de ser navegado, al tiempo que representa todo un récord mundial en el llamado Buceo de Altura.
  10. Desierto del Diablo (Salta): sobre la Ruta Provincial 27, es también conocido como “Valle de Marte”. Y vaya si tiene motivos… Vegetación ausente, sequedad doquier y un fuerte color rojo sangre, producto del óxido de hierro, evocan sin duda a un paisaje “marciano”. Se trata de una secuencia continúa de capas cobrizas originarias del Terciario que, cortadas por incipientes arroyos temporarios, dio lugar a un ambiente de aspecto kárstico en el que reinan la sal, arena y arcilla en su más perfecta combinación de belleza.

¿Y ahora qué nos cuenta? Porque Argentina es tan vasta como tesoros esconde en su haber, déjese atraer por sus atractivos, descúbralos a su forma y pase por ellos para mucho más que una foto. ¡La invitación está hecha!