Rosa Mosqueta, una niña prodigio

FOTOTECA

Multifacética como pocas, la Rosa Mosqueta ha incursionado en salud, belleza… ¡y hasta cocina! Secretos de la reina de la juventud.

Crece que te crece esta doña caprichosa. Aquella que, burlándose de la primavera y sus floraciones, inunda de aroma y color los otoñales aires patagónicos. ¿Por casualidad anda buscando Rosa Mosqueta tal como la naturaleza la ha concebido? Pues bien, durante los meses de marzo y abril, dese una vuelta por los sureños pagos argentos y verá como este florecido arbusto silvestre habrá de copar su mirada. Claro que, lejos de resultar una invasión al encantador paisaje, esta pariente de las rosáceas es una más que bienvenida presencia. Con sus poco más de dos metros de altura, sus curvos tallos cubiertos por violáceas espinas y sus lustrosas hojas, la mosqueta es dueña de un “fruto divino”; aunque para nada prohibido. Cuando los pétalos de su rosada flor caen, allí aparecen ellos. Chiquititos, pero rendidores, estos buenos mozos sí que tienen bien ganada su halo de divinidad. ¿Motivos? Rejuvenecimiento, propiedades medicinales y un sabor a prueba de exigentes paladares. Sí, sí. Todito y todo concentrado en ellos; sólo en ellos.

Chiche nuevo

¿De qué tiempos data esta “milagrosa” planta? Su utilización nos remite a las tradiciones de la población araucana -¡nada menos que la del mismísimo cacique Quilapán!-; aunque su arribo a las inmediaciones del Nahuel Huapi y la llamada “región de los lagos” -allí donde la Mosqueta es toda una vedette– se produjo alrededor del año 1910. Y no sería hasta la década del ’70 cuando se ahondó en las bondades de sus frutos y respectivas semillas. Más precisamente, las del aceite que de estas últimas se extrajera. Así como lo oye. En el seno de la cuestión estaría el famoso secreto de la “eterna juventud”. ¿Será para tanto? Aunque usted no lo crea, el aceite de Rosa Mosqueta es una bomba de vitaminas y ácidos grasos. Poderosas armas a la hora de combatir el envejecimiento dérmico. ¿Qué tal?

Fórmula uno

Desglosando las propiedades que la convierten en una verdadera número uno, la Mosqueta encierra en sus semillas una colección de bondadosos elementos: B-Caroteno, vitaminas A, C y E -responsables del efecto antioxidante- y ácidos grasos poliinsaturados -intervinientes en la síntesis de colágeno, proteína encargada de la formación de fibras-. ¡De allí que más de un rostro halla agradecido sus efectos! Aunque de arrugas no sólo va el asunto, trátese de aceites cosméticos, cremas o jabones, los efectos de esta buena moza alcanzan también estrías, manchas y cicatrices. Ya que su mayor poder consiste en la regeneración de células. De allí que el cabello y las uñas sean otros de los grandes beneficiados. Lo que se dice, un service completito, completito.

Defensa en alto

Claro que también existen aceites aptos para consumo. En ese caso, el sólo tomarse unas gotitas no sólo puede contribuir con el rejuvenecimiento de la piel o el fortalecimiento de uñas y cabello; sino que ayuda a combatir desajustes más silenciosos. Y para muestra, un botón. Los mencionados ácidos grasos son grandes reguladores de los niveles de colesterol en sangre, alineando la balanza entre el llamado colesterol “bueno” (HDL) y el “malo” (LDL). Por lo que, de yapa nomás, la mosqueta también ayuda a reducir el riesgo de accidentes cardiovasculares. Y aquí no termina la cosa, eh…porque esta doña, conocedora de los fríos patagónicos como pocas, enseguidita levanta las defensas ante toda gripe o resfrío. ¿Se pescó uno? ¡Nada de tecitos con limón! La Rosa Mosqueta tiene un nivel de Vitamina C, 20 veces mayor al de este cítrico ¿Y qué tal un aromático té de Rosa Mosqueta? Para su sorpresa, los nutrientes de esta planta exceden sus semillas; por lo que sus hojas pueden utilizarse para elaborar una más que saludable infusión. Y la hay para todos los gustos: en saquito o en hebras. Infalible.

Agua la boca

¿Y si le digo que la Mosqueta también ha llegado a las cocinas? Sus frutos han sido rápida “presa” de dulcerías artesanales. Si bueno es el té, ni hablar la mermelada; y la alta dupla que componen. Aunque este combo merendero ha sido sólo el comienzo de un largo trajinar: conservas, gelatinas y hasta sopas dan cuentan de la mosqueta tiene una grata y ascendente presencia en la gastronomía nacional.

¿Vio que estábamos ante toda una estrella? Eso sí, lejos de creérsela, la multifacética mosqueta no se anda con grandes cachets. Sin demandar fortunas, esta cumplidora planta deja lo mejor de sí al alcance de unas cuantas manos. Y desde nuestra pulpería, la ponemos al alcance de las suyas. Péguese una vuelta por nuestra botica, y pase de la teoría a la práctica. ¡No se va a arrepentir!

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